martes, 12 de marzo de 2013

DECIDI

Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro, decidí triunfar; 
decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo buscarlas;
decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución;
decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis; 
decidí ver cada noche como un misterio a resolver; 
decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Aquel día descubrí que mi único rival no eran más que mis propias debilidades, y que en éstas está la única y mejor forma de superarnos;
aquel día dejé de temer a perder.
Y costaba romper la costumbre, pero se pudo.
Descubrí que no era yo el mejor y que quizás nunca lo fui;
me dejó de importar quién ganara o perdiera:
ahora me importa simplemente saberme mejor que ayer.

Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento:
el amor es una filosofía de vida.

Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados
y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente;
aprendí que de nada sirve ser luz
si no vas a iluminar el camino de los demás.

Aquel día decidí cambiar tantas cosas...
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad;
desde aquel día ya no duermo para descansar:
ahora simplemente duermo para soñar...

miércoles, 27 de febrero de 2013

Hoy quiero amarte. Con tus defectos, con tus virtudes, con tus caricias, con todo tu ser. Hoy quiero amarte y quiero sentirte a mi lado. Hoy he notado más allá de todo tu importancia, porque mi amor es sincero y si no se va es porque tiene y siente razones para seguir viviendo. Hoy te amo y mi amor crece cada día más. Con llantos, con suspiros, con tristeza, con felicidad. Así te amo, más allá de lo físico, más allá de nuestros cuerpos, más allá de lo humano. Así te amo, rozando la perfección, sabiendo que volveremos a encontrarnos. Y de a poco voy entendiendo que el amor no se puede definir, ni describir porque cada amor es especial, único, perfecto y el sólo hecho de sentir amor me hace ser mejor cada día.
Te amo y no dejaré de hacerlo,
porque a pesar de todo, quiero amarte.
Enamorate positivamente de alguien que te ame, que te valore, que te comprenda, de alguien que camine a tu lado y que sueñe contigo... Enamorate de alguien que piense en tu rostro, en tu delicadeza, en tu espíritu y no en tu cuerpo o en tus bienes.
Enamorate de alguien que ría junto a ti, que seque tus lagrimas, que te abrigue cuando sea necesario y que te de fuerzas después de un fracaso...
Enamorate de alguien que vuelva a ti después de las peleas, que respete tus fantasías y tus ilusiones...
Enamorate de alguien que te admire, que en verdad te ame... Porque recuerda que el amor es de dos!

EL CUERPO GRITA... LO QUE LA BOCA CALLA

La enfermedad es un conflicto entre la
personalidad y el alma. Muchas veces...
El resfrío "chorrea" cuando el cuerpo no llora.
El dolor de garganta "tapona" cuando no es
posible comunicar las aflicciones.
El estómago "arde" cuando las rabias no consiguen salir.
La diabetes "invade" cuando la soledad duele.
El cuerpo "engorda" cuando la insatisfacción aprieta.
El dolor de cabeza "deprime" cuando las dudas aumentan.
El corazón "afloja" cuando el sentido de la vida parece terminar.
El pecho "aprieta" cuando el orgullo esclaviza.
La presión "sube" cuando el miedo aprisiona.
Las neurosis "paralizan" cuando el niño interior tiraniza.
La fiebre "calienta" cuando las defensas explotan las fronteras de la inmunidad.
Las rodillas "duelen" cuando tu orgullo no se doblega.
El cáncer "mata" cuando te cansas de vivir.


¿Y tus dolores callados? ¿Cómo hablan en tu cuerpo?

La enfermedad no es mala, te avisa que te estás equivocando de camino.

EL CAMINO A LA FELICIDAD NO ES RECTO.
Existen curvas llamadas EQUIVOCACIONES
Existen semáforos llamados AMIGOS
Luces de precaución llamadas FAMILIA
Y todo se logra si tienes:
Una llanta de repuesto llamada DECISIÓN
Un potente motor llamado AMOR
Un buen seguro llamado FE
Y abundante combustible llamado PACIENCIA.

por Andrea VJ
 
¿Lo más triste en mi vida hasta este momento?
Aquella mañana en la que hasta el clima se puso triste, esa lluvia que caía sobre nosotros en el momento que nos despedíamos…

lunes, 25 de febrero de 2013

Quizá el orgullo te hará sentir fuerte, pero nunca feliz.
Juan Abreu: ¡Abuelo!

Publicado por Juan Abreu

No hace mucho cumplí 60 años y mi primera actividad vital (después de razonar e imaginar, claro) sigue siendo la actividad sexual. El número se me antojaba fatídico. Pero, pasados algunos meses y ya convertido en un sesentón, comprobé que continuaba follando como de costumbre y que mi ser sexual permanecía intacto.

Hombre, me dije, todavía no. ¡Estás vivo! Y me saqué mi lindo pito y estuve un buen rato mirándolo. Qué bello.

Ya saben ustedes que yo tengo dos cerebros, el primero y el más importante ubicado en el glande, así que no pretenderé que mi caso es un caso común y corriente, pero aun así creo que mis consideraciones respecto a los deseos y a las necesidades sexuales de los sesentones pueden servir a una considerable cantidad de personas.

No es cierto que lo sexual nos abandone con el paso de los años. Lo que sucede es que nuestro cuerpo deja de funcionar adecuadamente, va deteriorándose. Eso trae como consecuencia un estrechamiento de las fronteras, digamos orgánicas, de nuestro ser sexual. También afecta, y mucho, el bombardeo de monsergas que nuestra cultura castradora y la moralina al uso endilga a los mayores.

Pero la realidad es otra muy diferente.

—¡Abuelo! ¿Le ayudo a cruzar la calle?

—Preferiría que me la chuparas, francamente.

Esa es la realidad.

—¡Viejoverde!

Le eructan a uno en la cara en cuanto lo sorprenden mirándole el culo o las tetas a una joven con un buen culo y unas buenas tetas. Pero, ¿qué quieren que haga? ¿Cerrar los ojos? Una joven con un buen culo y unas buenas tetas es algo muy bonito. ¿Por qué no puedo mirarla? ¡Es absurdo!

Qué se supone que deben hacer los hombres (y las mujeres) cuando llegan a cierta edad, ¿renunciar al sexo? ¿Meterse a cura o monja? Pues no. No. Los abuelos quieren follar. Como todo el mundo. Lo que pasa es que cuentan con menos recursos y les han domado y humillado tanto que al final se resignan. Más o menos. Pero aquí estoy yo para animarles y convencerles de que a los 60 (¡y no digamos a los 50!) no hay que renunciar a nada; por el contrario, debemos ocuparnos más que nunca de nuestro ser sexual, mimarlo, por así decir.

Otra cosa es el mercado. En eso hay que ser realistas. Hay un mercado. Y lo que se oferta en ese mercado está sujeto a ciertas normas. Normas estéticas y normas culturales. Es verdad que, en cierta medida, llegado a una edad empiezas a ser como invisible, sexualmente hablando, para gran parte de la población más apetitosa. Eso hay que admitirlo. Sin embargo, recomiendo adentrarse en ese nuevo territorio de manera resuelta y tener muy en cuenta lo que podríamos denominar circunstancias atenuantes. Por ejemplo, gracias a la ciencia y la civilización, la llamada madurez no es lo que era y ahora son muy comunes los cincuentones y sesentones y las cincuentonas y sesentonas que están para chuparse los dedos. Y, además, muy importante, hay jóvenes a los que les gustan los hombres y las mujeres ¡maduras!

He conocido mujeres jóvenes que preferían follar con hombres ya maduros. A algunas, las he conocido siendo ya un cincuentón, y ha sido muy estimulante. A otras, las conocí cuando era joven. ¡Qué ignorante era yo en aquellos tiempos! Incluso trataba de disuadirlas. ¿Con un viejo? Pero cómo se te ocurre. ¿No me prefieres a mí, joven y terso?

Pero nada. Ellas, preferían a los maduros.

La historia recoge casos emocionantes en este campo. El caso de Claire Goll, por señalar un ejemplo. Esta escritora, cuyas memorias les recomiendo, tuvo su primer orgasmo a los 76 años. No es que no follara, follaba mucho. Pero el primer orgasmo no lo tuvo hasta los 76 años. Lo que habla muy mal del poeta Rilke, que fue uno de sus numerosos amantes.

Pues bien. A los 76 años un muchacho de 20 hizo correrse por primera vez a Goll. Ella trataba de ahuyentarlo. ¡Vete con una de tu edad! Le decía. E incluso llegó a echarlo de su casa. Pero el joven sabía lo que quería y persistió, y consiguió por fin que Goll se corriera a una edad sin duda alguna muy avanzada. Una edad en la que correrse debe de ser tan raro como toparse con un unicornio.

A ese muchacho habría que hacerle un monumento.

Escribir sobre esto, como es natural, me ha hecho recordar a esas muchachas magníficas de mi juventud que preferían a los hombres maduros. Benditas.

Desde aquí les envío a ellas y a sus semejantes en la actualidad mi devoción y mi admiración más rendida. En mi nombre, y en el de todos los hombres de mi generación.

Y de paso aprovecho para pedirles que tengan en cuenta que ahora es cuando más las necesitamos.